7 de diciembre de 2011

Andrómeda:"La princesa encantada"

Es una de las primeras constelaciones que fueron bautizadas y su antigüedad ha dado tiempo a generar una rica y variada mitología a su alrededor, pues incorpora las leyendas de otros grupos de estrellas identificadas posteriormente.
Andrómeda fue hija de Casiopea y Cefeo, gobernantes de la antigua Etiopía. Cuando Casiopea se jactó de ser más bella que las Nereidas, hijas del Dios marino Nereo, Poseidón se indignó y envió al monstruo Cetus (la Ballena) a asolar el reino de los etíopes.
    Aconsejados por el oráculo de Ammón, que sentenció que el sacrificio de su hija a la Ballena era el único modo de apaciguar al Dios, el rey y la reina encadenaron a Andrómeda en una roca cerca del mar. Sin embargo, Perseo, enamorado llegó a tiempo de recuperarla montando sobre Pegaso, el caballo alado.
    Perseo pudo salvar a Andrómeda de su destino cruel descubriendo la horrible cabeza de Medusa a la Ballena, e inmediatamente el gran monstruo se convirtió en piedra.
  

Andrómeda es famosa por la enorme y lejana galaxia que contiene y, aunque sus estrellas no se distinguen por su brillo, es fácil de encontrar al sur de la forma en W de Casiopea y sobre un extremo del Gran Cuadrado de Pegaso. De hecho se considera que Alferatz, la estrella que ocupa el extremo nordeste de la Cuadrado de Pegaso, pertenece a Andrómeda. Andrómeda es una constelación visible en su totalidad desde el hemisferio norte. Nosotros vemos solamente una sección de ella, pero se ve perfectamente la galaxia. Es una mancha difusa a simple vista, muy pequeña y similar a un grano de arroz sostenido con el brazo extendido frente a nuestra cara.
    No debemos esperar encontrar dibujadas en el cielo estas hermosas figuras mitológicas que sin duda existieron en la imaginación de los antiguos. Tampoco es conveniente dejarnos engañar por el contaminado cielo de nuestros días que sólo deja ver las estrellas más brillantes.
    Así como nuestro grupo encontró su nombre en la estrella más brillante de Andrómeda cada uno de nosotros puede colocar en el firmamento sus sueños más ansiados, los que seguramente allí se encontrarán.